Pasaron las elecciones
municipales y en la mayoría de las comunidades autónomas. Los
ciudadanos han manifestado sus preferencias, ahora es el tiempo de los partidos
políticos, los ciudadanos son los que reparten las cartas y los políticos
quienes juegan la partida.
Las cartas están puestas en el
tapete, y ahora serán los más habilidosos los que saquen partida a su mano, así
algunos con una mala mano de inicio pueden conseguir grandes resultados por ser
una carta clave para un logro mayor, otros por el contrario pese a haber
resultado favorecido en el reparto de naipes tendrán difícil hacer valer sus cartas.
Dicho todo lo anterior y teniendo
en cuenta que nos encontramos frente a unos resultados distintos en cada
pueblo, ciudad o región de España se antoja a priori que se pueda llegar a un
pacto a nivel general y de aplicación en todo el territorio entre las
direcciones de las distintas fuerzas políticas de ámbito estatal. Así, lo
sensato sería entrar en el análisis local y particular y ver sobre el terreno
las distintas opciones de conformar gobiernos estables y que desde esa
estabilidad se configure un proyecto común en beneficio de la comunidad que
debe gobernar.
La experiencia demuestra que los
pactos entre distintas fuerzas políticas no dan buenos resultados a todos los
partidos integrantes de los mismos, produciendo en la mayoría de las ocasiones
la “fagocitación” del pequeño a favor
del grande; pero en otras, como el caso catalán, el resultado es justamente al
contrario, es la fuerza emergente aquella que pasados los años de gobierno es quien relega a la
inicialmente mayoritaria a una posición más retrasada.
Por lo tanto sería deseable que
los pactos se cocinasen a fuego lento, como lo hacían nuestras abuelas, sin
prisas y con los ingredientes necesarios y de calidad que mejoren el resultado
del guiso a nivel general. Sólo así las
fuerzas políticas pactantes saldrán airosas tras cuatro años de dura gestión.
Las fórmulas pasadas no son
válidas, los partidos que formen coaliciones de gobierno, deberán moverse como
si de un solo animal se tratase aunque tuvieran dos o tres cabezas, para ello
no se me ocurre mejor fórmula que pactar sobre la base de un documento programático
claro y conocido por la ciudadanía, donde vaya más allá del interés de quitar a
uno para poner a otro; así como que los equipos de gobierno que se formen tanto
en concejalías como en consejerías estén compuestos por personas pertenecientes
a las distintas fuerzas políticas pactantes, sé que esto último puede resultar
complicado pero sólo desde el esfuerzo por entenderse y desde el trabajo en
equipo los resultados finales pueden ser satisfactorio. Repetir, bajo mi punto
de vista, fórmulas fracasadas sólo conlleva a medio y largo plazo la pérdida de
la confianza de los electores sobre algunos de los integrantes del gobierno.
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