martes, 23 de junio de 2015

Enredados en banderas



Cuando el 6 de diciembre de 1978 los españoles  y las españolas aprueban la Constitución, lo hacen con la clara intención de dejar atrás la etapa más negra y cruel de España, para ello se hace preciso que una gran parte del pueblo español renuncie a su legítima aspiración de establecer  como modelo  de estado la república, sustituyendo este modelo por el novedoso de “monarquía parlamentaria”, claramente diferente del modelo de “monarquía liberal” que recogía la Constitución de 1876 anterior a la Constitución Republicana de 1931.

Así el pueblo español, quiso desprenderse de ropajes anteriores, con el claro ánimo de abrazar lo nuevo como única posibilidad de construir un futuro en paz y libertad.

Para ello decidió en su artículo 4 definir como símbolo de la nación española que “la bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas”,  colores  que desde  finales del S.XVIII viene siendo  de uso común por el Estado Español, salvo por el periodo Republicano comprendido entre 1931 y 1939, aunque el color morado era utilizado en ciertas organizaciones republicanas desde principios del S.XX con la pérdida de fuerza de la monarquía. Desgraciadamente con el golpe de estado de 1936  la introducción del color morado en 1931 sirvió para que los golpistas se apropiaran de la que había sido la bandera de España hasta 1931 en contraposición con el Estado legalmente constituido republicano.

La salida el pasado domingo del Secretario General del PSOE a un escenario con una gran bandera de España a su espalda ha sido fuertemente contestada por los sectores más republicanos de su (mi) partido, sector en el que personalmente me encuentro, y que viene reivindicado a través del uso de la “Tricolor” en sus actos de la necesidad de recuperar un modelo de estado republicano, basado en la igualdad entre hombres y mujeres, y que por lo tanto choca frontalmente con el mantenimiento de cualquier modelo monárquico, además el uso de la bandera republicana también está siendo usado para la reivindicación de una verdadera Memoria Histórica, donde se recuperen e identifiquen los cuerpos de los compatriotas asesinados y enterrados en fosas comunes, carreteras y cunetas repartidos por toda España, además de que aquellos causantes de tanto dolor sean despojados de sus “reconocimientos” públicos y que la ciudadanía no tenga más de ellos que el de haber sido unos seres despreciables e ignominiosos.

Pero ¿es compatible el uso de ambas banderas por aquellos que tenemos alma republicana y nos sentimos tan español como cualquiera? Personalmente entiendo que sí, que nada impide llevar con orgullo la actual bandera de España como símbolo de una nación que ha sabido construir una sociedad en libertad, más igualitaria y más justa (aunque todavía quedan muchos aspectos que mejorar para conseguir esa igualdad y justicia plena) durante estos más de 35 años de democracia y por el contario reclamar que mediante un referéndum el pueblo español pueda decidir entre mantener el actual modelo de monarquía parlamentaria o por el de una República entre iguales, para esto último el uso de la tricolor republicana es una perfecta aliada para hacer llegar nuestras ideas de republicanismo, laicidad y federalismo al conjunto de los españoles y españolas.

Esperemos que al menos el gesto del Secretario General del PSOE sirva para recuperar un símbolo que es de todos y todas las españolas con independencia de su ideología política.

lunes, 15 de junio de 2015

Cuatro años por delante




Después de más de 80 días, Andalucía ya tiene la Presidenta del gobierno que habían decido allá por el mes de marzo, pero que por diversos motivos no ha podido jurar su cargo hasta este pasado domingo.

También el sábado se constituyeron todos los ayuntamientos de Andalucía y España, pocos son los alcaldes y alcaldesas que cuentan con mayorías absolutas en sus respectivos plenos, que hagan de su mandato un camino cómodo a la hora de poner en práctica las políticas por los que resultaron elegidos. Por el contrario, la mayoría gobernará en precario, bien gracias a un acuerdo de gobierno con otras fuerzas políticas, bien mediante un acuerdo de investidura  o bien en minoría sin acuerdo previo de investidura. Así muchas alcaldesas y alcaldes tendrán que sacar lo mejor de sí y de su propio grupo de concejales y concejalas para poder mediante la palabra, el diálogo y el consenso sacar a sus respectivos municipios de la actual situación de crisis que viven sus vecinos y vecinas, para estos últimos, a diferencia de aquellos que gozan de mayoría absoluta, la oposición será muy dura y por lo tanto exigente, cualquier mínimo error supondrá una crisis en el gobierno local, cualquier decisión, por pequeña que parezca, puede dar lugar a un cambio en la alcaldía para lo que restase de mandato.

Muy curioso y merecedor de un análisis aparte es el resultado obtenido en las 4 grandes ciudades de España (Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla), donde el partido que venía gobernando con una amplia mayoría ha visto como ha perdido todo el capital político y que ahora por mor de la ley electoral y sus pactos  ha hecho que dichas capitales sean gobernadas por cuatro partidos políticos distintos, los cuatro del ámbito de la izquierda, aunque la fórmula ganadora en Madrid y Barcelona no es propiamente la tradicional de partido político sino una novedosa de confluencia ciudadana, esperemos que el  “experimento” dé sus frutos, aunque su éxito se basa más que en la fórmula empleada,  en las candidatas propuestas. Dos mujeres de la vida civil con una reconocida y reconocible trayectoria que ha facilitado que ambas ahora sean las regidoras de las dos principales ciudades del país.

En Valencia los frutos lo ha recogido un joven partido de ámbito regional, Compromís,  gracias a una dura oposición a la gestión de Rita Barberá durante los últimos años y que ha sabido capitalizar gran parte de la indignación ciudadana, aunque para desalojar al PP del ayuntamiento ha tenido que contar con el apoyo del PSOE y de Valencia en Común.

Por último Sevilla es recuperada por el PSOE tras cuatro años de un gobierno con una mayoría absolutísima del PP, que precisamente por contar con ese amplio número de concejales (20) olvidó el trabajo de la calle que tan buenos resultados le depararon en 2011. Por el contrario, Espadas, el actual alcalde socialista, ha hecho una oposición leal, constructiva, alejada de las grandes confrontaciones del “y tú más” tan acostumbrados en este país, asumiendo desde primera hora el lugar que le habían dado al PSOE los ciudadanos hace cuatro años. Ha sabido demostrar que con talante y talento se puede volver a gobernar Sevilla. Ahora ese talento y muy especialmente ese talante tendrá que ponerlo al servicio de la ciudad, pues no goza de un gobierno fuerte y sólo con mucha capacidad podrá llevar la nave del ayuntamiento sevillano a buen puerto.

Mucha suerte a todos y a todas.