I have a dream
Hoy cuando se cumplen 50 años del
famoso discurso de Martin Luther King, yo también acaricio el sueño de ver una
mundo más justo, solidario y medioambientalmente sostenible. Un mundo donde las
distintas civilizaciones, razas, sexos y culturas se den la mano para construir
un mundo mejor.
Han pasado cincuenta años de
aquel discurso pronunciado a las puertas del poder de Washington, es cierto que
en estos años la discriminación racial en los países más civilizados ha
avanzado mucho y tantos hombres como mujeres con independencia del color de su
piel se enfrentan a los mismos problemas y tienen las mismas dificultades para
sacar a sus familias adelante. Pero no es menos cierto que aun estamos muy
lejos de que cualquier hombre o mujer;
negro, blanco o amarillo; europeo, norteamericano, asiático o africano;
cristiano, musulmán o judío… sea realmente igual en derechos a otro. Pues las
condiciones en las que uno viene al mundo condiciona poderosamente su desarrollo
personal, así en nada se parecerá la vida de un niño de raza negra, nacido en
una familia humilde de áfrica, a una niña de la misma edad nacida en una clase explotada
en Asia, como estos dos niños estarán tan lejos de otro nacido en una familia
bien de Europa.
Y esto, que parece una obviedad,
no lo es tanto cuando los capitales circulan libremente por este mundo y por el
contrario sus moradores son explotados sistemáticamente por estos capitales. Lejos
estamos de alcanzar esa paz social que nos iguale a todos y todas en derechos y
obligaciones con independencia de nuestras circunstancias. Si se vive en un
mundo global, hay que pensar en derechos globales, en donde el fin superior sea
conseguir una armonía entre razas, sexos, religiones y nacionalidades. Se echa
de menos un gobierno del mundo más global, se necesita unas Naciones Unidas (o
como se llamen) fuertes donde los ciudadanos de cualquier lugar podamos estar
presentes en las decisiones que se adopten. Donde la democracia real sea la
forma de gobierno en cada una de las regiones, y no una democracia impuesta por
los capitales que hacen y deshacen gobiernos a su antojo y beneficio, sin
importar ni las gentes ni el medio ambiente que les rodea.
Sinceramente creo que ha llegado
la hora de aunar el interés general de la población en la lucha de ese objetivo
final, el alcanzar un mundo en paz, social y medioambientalmente sostenible.
Pero para conseguir tan grande
empresa, es necesario actuar desde lo individual, adoptando conductas
responsables con nuestro prójimo y con nuestro entorno más inmediato, conductas
tales como el consumo y la compra responsable en establecimientos de
proximidad, ir caminando, en bicicleta o en transporte público a la mayoría de
nuestras actividades cotidianas, fomentar y participar en asociaciones o colectivos
que se preocupen en la mejora de su entorno…
Quizás, si adoptamos estas
medidas, entre otras muchas, alguien dentro de cincuenta años podrá plantearse
otros tipos de sueños.