Los andaluces han dejado claras
sus preferencias de gobierno, pero sobre los resultados del domingo se abren
una serie de incertidumbres de difícil respuesta a día de hoy y después de las
últimas declaraciones públicas de los dirigentes del PP, Podemos, Ciudadanos e
IU. Parece que los partidos que han logrado representación parlamentaria no le
van a poner las cosas fáciles al PSOE para que se pueda constituir un gobierno
socialista en Andalucía.
Según establece el Estatuto de Autonomía para Andalucía (Art. 118) el PSOE necesitaría en la primera votación
de investidura el voto favorable de 55 parlamentarios y parlamentarias, el PSOE
por sí sólo dispone de 47 votos, por lo tanto necesitaría conseguir el apoyo
favorable al menos de los 9 votos de Ciudadanos, pues los 5 votos de IU no
serían suficientes al quedarse la suma IU + PSOE en 52.
Ciudadanos ya ha expresado con claridad
que no habrá voto favorable a la investidura en ningún caso, y su negativa a
formar Gobierno en Andalucía sin ser la fuerza más votada.
Así, si el PSOE no puede
conseguir el apoyo favorable de otras fuerzas políticas, tendrá que enfrentarse
a una segunda votación, o sucesivas votaciones durante un periodo máximo de 2
meses desde la primera, donde el Estatuto de Autonomía para Andalucía exige que
al menos haya más votos positivos que negativos.
Si Podemos y PP siguen votando en
contra, sigue siendo necesario el voto favorable otra fuerza política, en este
caso con el voto favorable de IU y la abstención de Ciudadanos sería
suficiente, pero ¿estarían dispuestas las bases de IU a dar su apoyo a un PSOE
que hace unas semanas rompió un pacto de Gobierno? Desde la organización que
dirige Antonio Maillo tienen claro que el haber formado Gobierno con el PSOE
esta última legislatura le ha hecho perder su hegemonía en la izquierda a favor
de Podemos, así que un nuevo Gobierno de Coalición en estos momentos no
parece posible, pero no podemos
descartar un voto favorable a la investidura en la Segunda Votación, aunque
esta decisión no será tomada por la Dirección de IU sino por sus bases, muy
dolidas por el trato recibido.
La otra opción que le quedaría al
PSOE sería conseguir el apoyo de
Ciudadanos, hecho poco probable, en un
año electoral donde el premio gordo se encuentra al final y nadie querrá
descubrir sus cartas por miedo a que sus expectativas electorales bajen
considerablemente de cara a próximas elecciones, al desconocer las motivaciones
reales de los electores a la hora de emitir su voto.
La ciudadanía española siempre ha
manifestado en las encuestas realizadas que mayoritariamente prefieren que
gobierne la lista más votada aunque sea en minoría, de ahí la “promesa”
electoral del PP que ahora incumple; no obstante tampoco se han mostrado los
españoles reacios a que fuerzas políticas de sensibilidad ideológica parecida
se unan con el propósito de impedir el gobierno del que no es capaz de
conseguir el apoyo necesario de la cámara correspondiente.
Por lo tanto los grupos políticos
que no están dispuestos a dejar gobernar al partido con más apoyo electoral,
PSOE, vendrían obligados a presentar una alternativa de gobierno, que
necesariamente pasa por el acuerdo entre PP y Podemos, bien para un gobierno en
coalición bien para dejar el gobierno en manos de uno de los dos. Llegados a este
punto es complicado que esa opción salga adelante pues previsiblemente contaría
con mayores dificultades si cabe que para la opción de gobierno socialista,
contando esta vez con los votos en contra de PSOE, Ciudadanos e IU.
Analizadas las anteriores
combinaciones y sin posibilidad de conformar gobierno en Andalucía, nuestro
Estatuto nos obliga a que los andaluces tengamos que volver a las urnas a elegir a nuestros
representantes, ¿algún político en su sano juicio cree que volver a convocar
unas elecciones mejoraría sus expectativas electorales? Es difícil pensar que
los andaluces no castigarían severamente a todos ellos, en primer lugar
resintiéndose la participación, aumentando la desafección hacia la política y
hacia sus representantes, pasaría factura en gran medida a los partidos más
centrados ideológicamente y a aquellos que quieren moverse en la transversalidad
(pero que los Andaluces lo han posicionado claramente en la izquierda
ideológica), además habría que tener en cuenta que estas elecciones en Andalucía se celebrarían semanas después de
las municipales y autonómicas de otras regiones de España, por lo tanto las
consecuencias electorales parecen difícil de cuantificar a priori.
Llegados a este punto, lo más
sensato sería que los partidos con menos representación que el PSOE lo dejasen
gobernar en solitario, absteniéndose en la segunda votación, de esta manera el
PSOE quedaría obligado a pactar con la oposición los acuerdos necesarios para
sacar las leyes y los presupuestos de la Comunidad a delante, podrían ejercer
el control parlamentario como hasta la fecha no ha sido posible y obligaría a
la aportación de lo mejor de todos, tanto del Gobierno como de la Oposición,
para sacar a Andalucía de la situación económica en la que se encuentra. Todo lo demás sería hacer un flaco favor a
Andalucía.