“La música y la letra me gustan”,
“Le doy las gracias por haber incorporado nuestras exigencias”, estas fueron
dos de las frases que se pudieron oír ayer en el Parlamento de Andalucía en la
Segunda Sesión del Debate de
Investidura. La primera pronunciada por Teresa Rodríguez, portavoz del grupo de
Podemos, y la segunda por Juan Marín, portavoz del grupo de Ciudadanos.
Cualquier persona con un mínimo
de sensatez después de escuchar a estos dos portavoces podría pensar que la
candidata a presidenta por el PSOE, Susana Díaz, está dispuesta a gobernar de
una forma nueva, quizás más fruto de la nueva situación que de una voluntad
sincera, pero fuera como fuese obligada a gobernar con la mano tendida a todos
los grupos del Parlamento.
La ciudadanía ha venido opinando,
y que la actual configuración del Congreso de los Diputados le da la razón, que
no es positivo por el gobierno de un país, comunidad autónoma o municipio las
mayorías absolutas y que prefieren la necesidad de que la fuerza más votada
llegue a acuerdos puntuales con otras fuerzas o bien un pacto de “perdedores” pero
con un programa de gobierno común.
Así las cosas carece de toda
lógica política, que los perdedores impidan la constitución de un gobierno y
obliguen a la ciudadanía a una vuelta a la urnas apenas unos meses después. Porque
¿qué resultado esperan obtener los unos y los otros? Sólo hay dos opciones: o
castigar al partido que ganó ampliamente la primera vez o castigar a aquellos
que han impedido la constitución del gobierno ¿qué creen que pasaría la final?
Lo más lógico es pensar que castigarán severamente a aquellos que han impedido
el gobierno ¿por qué? La respuesta es sencilla, los que votaron a favor del
partido que salió victorioso lo volverán a hacer y lo harán “cabreados” por lo
tanto el grado de movilización de estos votantes será mucho mayor, en segundo
lugar muchos y muchas se sumarán al caballo ganador (siempre hay votantes de
este perfil), por el contrario aquellos que votaron impidiendo la constitución
de un gobierno en Andalucía, verán como su voto en aquella ocasión sirvió de
poco y por lo tanto su movilización descenderá algún punto y por otro lado se
pudiera dar la paradoja que el reparto de los votantes de las otras fuerzas
políticas o bien se repartiese en otras proporciones o bien fueran a otras
fuerzas políticas que no habían alcanzado representación en las primeras
elecciones, beneficiando en todo caso al partido que ya ganó la primera vez.
Están claras las posturas de PP e IU, ambos instalados en el “no”, pero que se
podrían llevar la amarga sorpresa en esas segundas votaciones que el primero
perdiera muchísimos votos a favor de la fuerza emergente, Ciudadanos, y el otro
que perdiera el grupo propio en el Parlamento sin que necesariamente eso fuera
acompañado de una subida importante de Podemos.
Pero los cuatro partidos tienen
miedo de que su abstención, se entienda como un apoyo al PSOE, y tal decisión
les restase posibilidades en las próximas elecciones del 24 de mayo, cuando es precisamente lo contrario lo que ocurrirá,
es decir aquellos que nieguen el gobierno del PSOE en Andalucía, se tendrán que
enfrentar a la siguiente disyuntiva: ¿A
quién voto? Aquí también parece claro que el votante ante la duda siempre
optará por el conocido como “voto útil” en un caso, reforzando al partido
mayoritario en el ala izquierda, el PSOE, ante el miedo a una victoria de la
derecha; mientras que el votante conservador muy probablemente, no olvidemos
que ahora sólo se votó en Andalucía, deseoso de hacer pagar al PP los casos de
corrupción y de las medidas antisociales aplicadas, finalmente se decante por una
fuerza política “más amable” como Ciudadanos.
Así las cosas, ¿qué hacer? Yo si
fuese responsable de las fuerzas políticas y ahora que tanto se habla de “tacticismos”
electorales, haría lo siguiente: si fuera responsable del PSOE: no haría nada,
ya en el debate de investidura ha demostrado su voluntad de diálogo y de mano
tendida a las otras fuerza, así esperaría la decisión de los otros como fruta
madura a sabiendas que cualquier decisión de los otros me beneficiaría; si lo
fuera del PP: seguiría votando en contra, si tuviese la certeza de que el PSOE
en algún momento consigue formar gobierno y por lo tanto no hay que volver a
repetir las elecciones; si lo fuera de Podemos: optaría por la abstención en la
segunda vuelta, toda vez que el PSOE ha aceptado algunas de las condiciones y
busco una centralidad política que sería difícil de mantener en el caso de
seguir apostando por el “no”, no obstante en el caso de que se llegara a
repetir las elecciones tampoco me preocuparía mucho pues seguramente podría
arañar algunos de los escaños de IU; si lo fuese de Ciudadanos: también optaría
por la abstención en la segunda vuelta, puesto que al igual que con Podemos el
PSOE ha asumido gran parte de sus condiciones, también al igual que a Podemos
la repetición de las elecciones podría beneficiarle en perjuicio del PP, pero
esta decisión muy probablemente le perjudicaría en sus apoyos provenientes del
IBEX; por último si lo fuera de IU: tengo claro que la mejor opción es la
abstención, permitiendo el gobierno de los socialistas, pues de la repetición
de unas elecciones muy probablemente sólo lograría la irrelevancia política en
Andalucía, así como también perjudicaría a los interés de IU a nivel estatal.
Así están las cosas y así las
veo. Sigan jugando a la política, mientras la vida pasa por sus ventanas.
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